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Biden, ¿un amigo de Europa? Sí y no: Ucrania, menos impulsividad y varios choques

Biden y Von der leyen
Biden y Von der leyen
Europa Press
Biden y Von der leyen

La Unión Europea y Estados Unidos son amigos más por interés que por voluntad. Socios sería la palabra correcta, porque no se van de vacaciones juntos, ni matriculan a sus hijos en el mismo colegio, ni leen los mismos libros, ni ven las mismas series. Solo tienen, muchas veces, voluntades parecidas en un mundo en el que se empieza a aplicar la tesis de "o conmigo o contra mí". Washigton, durante la Administración Biden, ha preferido con Bruselas. Y Bruselas, después de todo, ha aceptado la calma que ha ofrecido Biden; pero no ha sido oro todo lo que ha relucido, por mucho que la cosa mejorase respecto a la etapa de Donald Trump en el poder.

"La realidad es que se ha dejado atrás la explosividad, eso ya ha sido un gran avance, más allá de que, evidentemente, hayamos tenido diferencias importantes. Pero eso siempre pasa", se limitan a resumir las fuentes consultadas por 20minutos, que celebran las "facilidades" que ha puesto la Casa Blanca en los temas más importantes del vínculo transatlántico, como es el caso de la guerra en Ucrania. Y es que ese ha sido el pilar clave de estos últimos años: el mensaje. Cambió el mensajero y lo hizo el discurso. Todo más pausado, más calmado, más amigable. Biden prometió más estabilidad en las relaciones con la UE, y a grandes rasgos lo ha conseguido.

"Hemos tenido una relación muy positiva, pero si el presidente Biden decide retirarse porque piensa que otro candidato puede tener más fuerza para ganar las elecciones para el Partido Demócrata, respetamos su decisión", se limitó a reaccionar el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, tras el paso atrás de Biden. Aceptaron en Bruselas que las cosas han ido "razonablemente bien", aunque en muchos casos más por obligación que por creencia. En gran medida, esa balsa se ha conseguido porque la Unión y Estados Unidos han encontrado una causa común: la ayuda a Ucrania. Y se han repartido la cuestión. El apoyo económico llega a Kiev mayoritariamente desde Bruselas; el militar se lo proporciona, sobre todo, Estados Unidos.

La mayor estabilidad en el vínculo viene por el papel de la OTAN. La Unión Europea insiste en la necesidad de articular su autonomía estratégica, pero mientras lo consigue depende de Estados Unidos; y ahí el paraguas es la Alianza Atlántica. Por eso Washington no protesta: tiene a Europa a su merced en unas áreas que se han vuelto irrenunciables dada la invasión rusa de Ucrania: la OTAN ha pasado de ser inútil en muchos sentidos a hacerse fuerte, ampliarse y de ese modo recuperar la credibilidad incluso de Estados Unidos, después de la desastrosa gestión en Afganistán con la vuelta de los talibanes al poder y una reacción que dejó mucho que desear.

Ahora, la Defensa todavía no lo ha sido, pero ya ha dejado avisos de que puede ser un punto de fricción. La 'nueva' Unión plantea más inversiones, más trabajo común, una resurrección de su industria militar, un nuevo comisario de Defensa y un papel más activo en política exterior de la mano de Kaja Kallas. Además, hay gobiernos europeos -entre ellos el español- que se desmarcan cada vez más del papel de EEUU en la guerra entre Israel y Hamás. Cuando esa dependencia de Europa se vaya suavizando, si Bruselas consigue lo que se plantea, llegarán las quejas desde la Casa Blanca.

La industria es otra pata fundamental, y la UE quiere ponerse las pilas. Mientras, Estados Unidos trabaja en su propia línea. El resumen parece sencillo, y la Administración Biden ha creado numerosas apuestas que van en línea con las prioridades que tiene también la UE. Washington apuesta por programas de mucha envergadura como la Ley de Empleos e Inversión en Infraestructura (con una inversión de 550.000 millones de dólares); la Ley de Semiconductores (280.000 millones); o la mencionada IRA (394.000 millones). A toda esta normativa hay que añadir también las que aprueba cada estado motu proprio o, en otro orden de cosas, la apuesta muy clara por la Defensa, en lo que la Unión sí va bastante por detrás (lleva "décadas de desventaja", según las fuentes).

La Unión Europea, en general, quiere liderar sectores como los productos farmacéuticos, la ingeniería mecánica o la moda, pero también abre nuevos horizontes como los chips -claves para el desarrollo tecnológico- o la inteligencia artificial, no solo desde la regulación sino también desde su uso en diferentes disciplinas. En esa carrera es clave la atracción de empresas, lo que trajo ya un choque con EEUU tras la aprobación por parte de Washington de la llamada IRA (Inflaction Reduction Act, en inglés), que pretende dar condiciones ventajosas a las compañías para que se instalen en el país.

Bruselas no tardó en reaccionar, y ya hay ejemplos de esa 'lucha'. A principios de enero la Comisión Europea estrenó un nuevo mecanismo: el matching aid. A través del mismo, la Comisión autorizó a Alemania a dar 902 millones al fabricante sueco de baterías Northvolt para que no se vaya a EEUU, pues también había recibido una 'oferta' para verse beneficiada por la IRA, la norma americana para atraer inversiones.

Alemania hizo esta notificación dentro del Marco Temporal de Crisis y Transición, preparado para estas situaciones, tal como anunciaron en rueda de prensa en Bruselas la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, y el vicecanciller alemán, Robert Habeck. En este sentido, la planta de Northvolt tendrá una capacidad anual de 60 GWh. Esto se traduce en entre 800.000 y 1 millón de vehículos eléctricos al año, dependiendo del tamaño de la batería. La fábrica empezará a producir en 2026 y alcanzará su plena capacidad de producción en 2029.

Este panorama es clave para entender que no ha sido oro todo lo que relució en las relaciones EEUU-UE durante la Administración Biden. En lo 'macro' las dos partes han estado de acuerdo, es decir, en la ayuda a Ucrania y en la necesidad de reforzar a la OTAN, toda vez que la UE todavía no tiene capacidad de gestionar su propia seguridad, aunque la está buscando. Eso lleva tiempo. En lo 'micro', con la IRA o los temas arancelarios la cosa ha sido diferente. Por eso hay que medir la foto completa y sí, mejor con Biden que con Trump, pero en las relaciones UE-Estados Unidos sigue primando más el interés que la voluntad intrínseca de llevarse bien.

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